Si se inventara una categoría que sea«típico bar porteño de barrio», seguramente el bar Roma entraría perfectamente en dicha categoría. Pese a encontrarse a una cuadra de la avenida Córdoba, parece estar como escondido en el barrio. Supongo que se debe a que hay relativamente poca gente allí. El ambiente es definitivamente un viaje en el tiempo, hay estantes en las paredes con botellas de bebidas(la mayoría de ellas es imposible saber qué contienen porque esos envases no tienen etiquetas), se ve una heladera muy antigua, no hay televisión, tampoco tiene aire acondicionado, hay un cuadro enorme con la figura del general San Martín, tiene mesas de fórmica y la arquitectura seguramente sea la misma desde que abrió allá por el año 1927. Te atiende el dueño, un señor muy mayor, que supongo debe vivir en el fondo del local(esto era muy común en los diferentes comercios de la cuidad décadas atrás). La clientela está compuesta en su mayoría por parroquianos del barrio que deben promediar una edad avanzada. Fui con dos amigos. Los tres pedimos café con leche, ellos dos con un tostado de jamón y queso y yo con tres medialunas. Las medialunas estaban bien, sin embargo he probado mejores. Uno de mis amigos me hizo probar un poco del tostado, lo cual hizo arrepentirme de haber pedido las medialunas porque estaba hecho con pan francés y tenía bastante fiambre(mi amigo me dijo que a veces el tostado te lo hacen con pebete). No sé si iría seguido, pero reconozco que de alguna manera tiene una cierta mística muy particular. Creo que es como una pieza de museo viva que te muestra cómo eran los bares de barrio de antaño.
Agostina D.
Place rating: 2 Buenos Aires, Argentina
Mi amiga Nati vive enfrente a este lugar y un día que llegamos temprano con mi amiga Yisela entramos a hacer tiempo y comer algo. Serían las siete y media de la tarde y era invierno, capaz por eso había una desolación atroz en ese bar. Vino el viejo, que es el dueño, parecía español, y nos preguntó qué queríamos tomar. Le dijimos que café con leche y nos trajo dos cafés con leches con seis facturas del tamaño de Fiats duna. Le dijimos que no habíamos pedido eso y nos replicó que el café con leche«sale así» Bueno, OK, no íbamos a discutir con un anciano que estaba bastante chocho. Las facturas no estaban mal, pero prefiero comer algo más rico si me voy a atiborrar de grasa y calorías. El lugar está como detenido en el tiempo, la limpieza también se detuvo en el tiempo, las botellas que decoran la pared tienen una capa de mugre grasienta que mamita. Que se yo, suelo ponderar estos lugares, pero no sé si fue por la prepotencia de enchufarnos las facturas, la grasa que había en todo o el viejo que casi ni habló, pero no voy a volver nunca. Igual gastamos muy poco, algo de $ 40 y era 2013.
Luis O.
Place rating: 4 Buenos Aires, Argentina
Cartográficamente hablando, el local pertenece al barrio de Almagro, pero asoma su nariz a la zona palermitana, con el mismo aire de bar barrial. Un hombre con su mujer sentando del lado de la ventana, que ven todo lo que pasa afuera, en la otra ventana un hombre solitario acompañado por un diario. Todo se mantiene como antes, no se permite la entrada de wifi y de celulares inteligentes, todos se hablan directamente, los precios respetan el contrato social, que hace del lugar el consejo inmediato de los vecinos. Su nombre apela al lugar de donde siguieron muchos herederos italianos, que dejaron las rabietas y las pastas del otro lado del mundo para venir a convivir en estas tierras. Esa«italianidad» se ve cuando el mozo, le hace un gesto de montoncito a un cliente recién llegado que aparentemente hacía mucho tiempo que no ve. Lo clásico esta amontonado, y ese olor a café salía de puerta que el viaje en el tiempo sea completo.
Paloma P.
Place rating: 3 Buenos Aires, Argentina
Entre las calles de la zona del Abasto, casi llegando a avenida Córdoba, aparece este café tradicional en una esquina. Ventanas grandes por todos lados y mesitas de madera, tiene una vista privilegiada de de aquellos que circulan por la vereda. Pocas mesas, poca gente, decoración de otra época: todo genera la imagen que los clientes que están presentes, la mayoría mayores, son habitués de larga data. Los que vi en el momento en que paré a tomar un té con medialunas estaban leyendo el diario o sentados charlando con alguien, no tenían pinta de estar simplemente de paso. Para mí puede ser una buena opción para desayunar algo de camino al trabajo(para los que trabajamos por acá) o para tomar una cerveza a la salida.