Aunque les parezca raro está escondido en una avenida. Podés pasar mil veces por al lado que no te das ni cuenta de su presencia. Es de la onda bar no muy iluminado, con una gama de colores terracota y cierto estilo vintage casual. Pasan música que se adecúa a la movida del lugar. Es chiquito y tiene lucecitas de colores en el techo. Pude notar que a un costado de las mesas había un amplificador y un micrófono, por lo que deduzco que durante ciertas noches tocará alguna banda. Hay una barra grande a la izquierda. A mí me encantó. Considerando que se trata más de un bar que de un restó, tiene una variedad tan amplia de comidas en el menú que me dejó asombrada. Creo que los días de semana al mediodía hay menú ejecutivo/plato del día. Yo probé un bagel de pollo, el cual tenía tomates secos, aceitunas, queso crema y lechuga. Altamente recomendable. Está buenísimo para juntarse con amigos y tomar algo(hay tragos frutales, whisky, cerveza artesanal y tirada, etc.), pedirse algunas entradas(entre mis preferidas chicken fingers, bastoncitos de mozzarella, nachos, etc.) e intercambiar y picar. Las porciones están bien, un plato por persona te deja satisfecho, no sé si es ideal para compartir. Estoy contenta con el hallazgo, es un hermoso rinconcito y sin dudas volveré.