HARVEY

Harvey no existe más. Ahora su lugar lo ocupa una carnicería. Pero es necesario dejar asentado lo hermosa que fue su existencia. En una calle angosta y mientras el Blockbuster del barrio luchaba por sobrevivir, apareció Harvey. Su nombre y su gráfica se deben a la película homónima (que confieso nunca llegue a ver). Así de chiquito como era, tenía una variedad de títulos que impresionaba y se actualizaba constantemente. Lo conocí en el 2007, mucho antes de que los servicios de streaming pisaran fuerte, y fue el responsable de alimentar mi amor por el cine. El dueño, un personaje bastante soberbio, sabía muchísimo y cada visita iba acompañada de una mini clase de cine. Se acordaba el número de socio y nombre de cada habitué (960, esa era yo!), lo cual lo hacía muy familiar. En sus últimos tiempos me contó que ya no tomaba nuevos socios (!!!) para que siguiera siendo exclusivo. Habrá sido eso, o el avance de las películas por internet o sabe dios qué, pero Harvey cerró sin avisar, dejándonos a los fanáticos del cine con un vacío inmenso. Porque amamos Netflix, pero ir a elegir una película, ponerla en el DVD y mirarla sin depender del servicio de internet, tenía su cuota de magia.

como una especie en peligro de extinción, los video clubes corrieron
la suerte de muchos negocios que con el cambio en la tecnología
pasaron de moda.
solo sobrevivieron los mas aptos.
asi, es que este video club, se mantuvo sobreviviendo a moustruos
como blockbuster.
atendido por su dueño, en este caso, lo pongo casi como un defecto.
porque digo esto: porque el tipo sabe tanto de cine,
que te da vergüenza pedirle una de adam sandler o de algun zombie de moda.
es un erudito y ama lo que vende.
me he encontrado al actor diego capussotto en muchas ocasiones
charlando con el dueño y llevándose algunas pelis.