Novecento

Vinimos un domingo por un brunch porque vimos que ofrecían en el frente del local. Lamentablemente, después de esperar 20 minutos que nos trajeran la carta descubrimos que no ofrecían ninguna opción de brunch, salvo un desayuno americano que incluye huevos y panceta.
Como no encontré nada que me gustara, pedí solamente un jugo de naranja que era exprimido y estaba rico.
En cuanto al local, intentaron modernizarlo y lo consiguieron, pero el anterior si bien era más «para gente grande» era más elegante.
No creo que vuelva.

qué le pasó a este lugar desde que se convirtió en Novecento.
Salí en busca de un brunch como lo anunciaban en su vidriera pero terminé frustrado.
Llegué y todos los mozos estaban preocupados por levantar el desayuno buffet que dan a las personas del hotel. Tardaron 15 minutos para traernos la carta.
Pedí el desayuno Novecento que traía dos mafaldas pequeñas pero riquísimas, un café quemado y un vaso de agua.
Antes se cenaba bien en este lugar, espero que eso no haya cambiado pero para el desayuno de domingo no es recomendable para nada.

Si tuviera q evaluar de 1 a 5 cada aspecto (siendo 5 el mejor puntaje), lo evaluo de la siguiente manera:
Presentación de la comida: 3
Lugar: 3
Calidad de la comida: ²⁄₃
Atención: 3
Relación costo-​calidad: 2

Sábado víspera de ballotage, 23 horas.
Obvio que no es un encuentro cualquiera si te doy esas coordenadas. Elegí el lugar cuidadosamente creyendo que era infalible para una cena liviana, cool y elegante. Mi partner llegaba en un vuelo pasadas las 22 y partía a las 6 am rumbo a Ciudad de Buenos Aires. Cuando le toca ser anfitrión, deslumbra con bares de Puerto Madero donde el brunch pasó de moda hace un lustro o más.
Nos sentamos en la galería porque la brisa nocturna le saca 10 cuerpos al aire acondicionado y el murmullo de las mesas contiguas. Pasaron 15 minutos y tuvimos que acercarnos a la barra para pedir las cartas. Vamos restando puntos.
La moza acerca las cartas sin mucho más que un saludo. Nuestro métier nos acostumbró a tener siempre plan A y plan B porque si algo puede fallar, es probable que falle. Plan A: picada. Plan B: ensalada y sándwich. Sorpresa! Ninguna de las opciones está disponible por la noche aunque figure en el menú. Ok, vamos con pizza de rúcula. Seguimos restando puntos.
En la mesa, garantizan que la bebida se mantenga a temperatura y la pizza… bueno, no es muy difícil que sea aceptable. Dado el estilo, incluir un appetizer sería apropiado y no los va a llevar a concurso de quiebra. Los precios no son populares pero resulta evidente por el lugar donde se instala y el branding.
Evitamos postre y/​o café por el recuerdo del restó hace casi 10 años. Es inútil, a veces te gana esa nostalgia, ese notar que el tiempo pasa y no podés situarte fuera del tiempo.

Muy buena atención la atmósfera muy agradable y la comida muy bien presentada y preparada vale la pena el precio que se
verdad que súper recomendado

Bien el nuevo Novecento.
Respetuoso con la franquicia, acá tenemos la nueva versión del bar del Amerian, que ya de por sí era muy lindo y tenía una cosa de irish pub. Hoy es un restaurán bastante prolijo, y con una atención muy cuidada.
Es como un upgrade sobre lo que había, mejor luz, mejor música (Aunque me fastidia que insistan con el house mientras se come, pensar la música también es pensar la experiencia del comensal).
El servicio es genial, a pesar de estar lleno nos trajeron nuestra comida rápida, y estaba rica, las ensaladas de la casa siempre son un gol.
Recomendable, es un lindo lugar para hacerlo propio de a poco, hay happy hour de negroni, y eso suma también.

El nuevo Novecento del hotel Amerian cuenta con los excelentes platos del original, pero no así con en el encanto del local del Cabildo. La ambientación no ha cambiado mucho, aunque es elegante, le falta esencia. La atención fue muy buena y la comida excelente. Pedimos pastas que es su especialidad. Los precios un tanto elevados.

Me tocó buscar a una persona alojada en el Amerian, y como ella tenía el desayuno incluido en su pensión en este lugar, la acompañé.
Es un lugar amplio, organizadamente distribuido, con televisores (donde pude ver el partido de Murray y Federer), y sobre todo, una exclusiva vista a toda la esquina característica de Córdoba, estando al frente el Patio Olmos.
Hablando de lo que sé: tenes la opción del desayuno buffet, donde hay una mesaza donde tenes que ir a servirte lo que se te ocurra (desde frutas, jamón, quesos, tortas, de todo posta), sin restricciones, y si no, la carta, donde los mozos te atienden y te traen lo que les pediste.
Precios estándar, ni nada del otro mundo.