Esta panadería queda justo a la vuelta del cole de los chicos por lo cual conocemos ya varios de sus productos. Es una panadería de barrio, donde las mercadería se ubica donde hay lugar sin prestar demasiada atención a las apariencias. Las facturas, bizcochos, churros y alfajorcitos de maicena son recomendables. Los tallarines caserísimos re ricos y frescos, nos salvan más de un almuerzo. Sólo hay que recordar sacarles la remera del uniforme a los chicos antes de almorzar porque no se llevan bien con los tallarines con tuco. Tienen artículos de almacén que te sacan de apuro, leche, yogur, dulce de leche, etc. La atención es buena, bien de barrio. Y el bautismo de oro lo tuvieron para el último cumpleaños de mi hijo, para el cual me aventuré con la torta. Ahí no hacen tortas, lo que hacen es el bizcochuelo y/o las planchas de pionono dulce. Encargué el pionono unos días antes por recomendación de las chicas de la panadería, que con buen criterio me comentaron que suele ser más sencillo para las principiantes y nunca queda una torta seca. Así que salí de La Nueva Suiza con mi pionono y el dulce de leche. El resto de los ingredientes que esperaban en casa. No voy a entrar en detalles del proceso porque no vienen al caso, pero reconozco que fue una de las elaboraciones de torta más divertidas y en familia que recuerdo. Todos opinaron y colaboraron como si se tratase de fabricar un artefacto nuclear. Resultado: salió rica, se me desarmaba un poco al servir y aprendimos unos cuantos truquitos que pondremos en práctica el año próximo!