Había una vez una pareja de adultos mayores con una casa redonda en una planta alta, a medida que pasaban los años, los abuelos de alguien no pudieron seguir usando las escaleras de algarrobo con topes de cobre. En la mudanza dejaron atrás las cortinas blancas de hilo tejidas al crochet, el reloj de pared, el jarrón de porcelana y varios juegos de vajilla que sobrevivieron dispares al paso de los años, la familia y los platos caseros. No se sabe como, pero la casa devino en cervecería artesanal. Los papines rústicos con salsita de cebollitas de verdeo justifica la visita. Trabajan dos líneas de cervezas artesanales: una es Larsen, la otra no recuerdo. La música está un poco alta para conversar. El patio externo, un balcón circular que da a Plaza Italia, es muy amplio y cómodo, no tiene calefacción. El detalle: pintaron la fachada y el interior del balcón de verde agua. No es el color favorito mío para una casa antigua devenida en cervecería.