El Príncipe

El Príncipe está en esa esquina desde que tengo memoria. Siempre me llamó la atención ese nombre, escogido para un negocio de frutas y verduras. ¿Por qué lo eligieron? Ni idea, no quiero especular. Quizás ni sus dueños lo sepan.
Lo cierto es que en sus múltiples góndolas tienen harta variedad frutal y vegetal. Como me queda de paso, últimamente he visitado el local para proveerme de comida. En cada oportunidad, llegué y saqué mi número, como cualquier hija de vecina, y me puse a recorrer el local para decidir qué llevar.
A pesar de que siempre hay gente, por sus jugosas ofertas, la atención es prácticamente inmediata. Cuando menos lo esperás, te aparece un vendedor por la espalda para preguntarte «¿qué vas a llevar?».
La prueba de fuego de las verdulerías acontece cuando una pide algo fuera de temporada. Porque todos tienen bananas y naranjas, pero: ¿tenés palta?, ¿tenés puerro? Yo he ido a Príncipe y he conseguido lo que necesitaba todas las veces. Y es una garantía comprar en verdulerías y no en supermercados la fruta y la verdura, porque compran todo en el día, o en la semana, y no te comés el garrón de que una manzana deliciosa haya estado guardada un año en cámara, por ejemplo.
En fin, el Príncipe no necesita recomendación, su trayectoria y su tamaño hablan por sí mismos.