Panaderia Daperno

Sábado por la tarde: tuve una reunión con amigos, de camino hacia el punto de encuentro decidí comprar algo dulce para compartir y acompañar con el mate. No podía encontrar ninguna panadería abierta, y tomando Av. San Martin encontré a Daperno.
Esta ubicada en la esquina de San Martin y Centeno, la vistosa panadería me invito a entrar. Desde sus vidrieras se pueden observar la gran variedad de tortas como chajá, selva negra, tofi, etc. Todo lo que venden es muy tentador, las masas secas me provocaron ruidos en el estomago de hambre.
También venden pastas caseras: ñoquis, ravioles, tallarines, todos hechos aquí en el local.
Mi intención solo era comprar una docena de facturas. Como había muchas opciones a elegir, me lleve una de tipo. Las que no dude en pedir eran unas con abundante dulce de leche y hojaldre.
En definitiva, todas las facturas son grandes y no escatiman con el relleno (dulce de leche, crema pastelera o manzana).
La chica que atiende el lugar es muy simpática y no tuve que esperar o hacer cola, porque en ese momento no había nadie.
Mi experiencia (y la de mis amigos): Las facturas tenían toda la pinta pero en cuanto a sabor dejan mucho que desear… Son demasiado grandes, algunas estaban un poco crudas y algo grasosas, por lo cual resultaron un poco pesadas.

Esta panadería no queda cerca de casa, pero como mi mamá anda por toda la ciudad, a veces trae cosas de ahí. Además, queda a dos cuadras de una amiga, así que me bajo del cole, y paso por ahí a comprar algo para merendar o desayunar. La última vez llevé chipás, te daban a elegir, los del día, o los del día anterior, más baratos. Tiene cosas chocolatosas muy tentadoras también. Otro recomendado? las bolitas de fraile! soy geniales!
Tiene muy ricas tortas! Mi mamá ha traído varias al mediodía, porque se antojó de torta. ¿quién dice que sólo se compran en los cumpleaños? las tortas sin motivo son las más ricas.
También tienen prepizzas muy ricas, con mucho tomate, ideal para cuando no hay muchas ganas de cocinar, les agregas queso, aceite de oliva y provenzal, y tenés cena!

Reconozco que no me hubiese parado a comprar hidratos de carbono en esta panadería si no hubiera sido por la insistencia desmedida de mi madre. Al parecer, toda su vida fue fanática de esta panadería. Nunca entendí bien por qué (a pesar de sus esmeradas explicaciones) hasta que entré en el local a comprar algo para la merienda.
Una panadería como las clásicas. Nada de cupcakes con pilotines de colores y decoración comestible celeste. Facturas, tortitas negras, tortas, panes diversos, masas, palmeritas, pan dulce.
En el momento de hacer mi pedido en Daperno, recordé que uno de los discursos de mi madre sobre esta panadería tenía las palabras «pan dulce». No pude recordar en ese momento si estaban dentro de un contexto positivo o negativo, pero de todos modos, me decidí a comprarlo.
Ahí entendí. El momento crucial en el que un cuchillo corta una porción para degustarlo fue la prueba: las frutas abrillantadas abundaban, se caían hacia los costados. La cantidad era inexplicable. Por estos días, un exceso semejante no es fácil de encontrar. Así que, desde ese momento, el único pan dulce que comemos es casa es el de Daperno.