Pasaje Cajaraville

El pasaje Cajaraville es un transporte directo a mi infancia. Allí quedaba la dentista que nos atendía junto con mis hermanos cuando éramos niños. No sé por qué eso me trae lindos recuerdos o sensación feliz, al fin y al cabo era la odontóloga. Pero así y todo, me encantaba ir, tal vez por la promesa de la visita al parque Urquiza posterior.
Tengo el recuerdo del pasaje como hermoso, colorido, con mucho verde y luminoso. Las casas muy lindas y el aire fresco.
Lamentablemente, con los años y el boom inmobiliario su fisonomía se ha ido transformando. Construyeron una gran cantidad de edificios en el mismo pasaje y en las cuadras aledañas que robaron luz y sol a este trayecto. Muchas de las casas lindas desaparecieron para dar lugar a los modernos complejos de propiedad horizontal. Hasta la doctora Graciela se fue.
Me da mucha lástima cuando paso por allí y veo cómo ha cambiado. Sigue siendo un pasaje superbonito, un lugar único en Rosario, pero para mí su encanto no es el mismo. Tal vez mi interés por visitar el parque Urquiza, tampoco sea el mismo.

Es Rosario pero no parece Rosario. Este pasaje parece sacado de un cuento. O mejor aún, logra por si sólo aislarse del caos de la urbe. La arboleda que lo rodea, y la arquitectura de sus casas, hacen que este punto de la ciudad de un respiro, al menos a los que viven allí.
Pasaje Cajaraville es una zona muy cotizada por el mercado inmobiliario rosarino, pero si se te presenta la oportunidad de vivir allí, y podes costearlo, no lo dudes. Las casas por lo general son construcciones antiguas. De esas con habitaciones enormes, techos altos y pisos de pinotea lustrada. Esas joyitas son muy difíciles de encontrar hoy en día. La fisionomía del pasaje permite estar cerca de todo. Al pie, el río, a los costados comercios de distinta índole, y en su centro una plazoleta.
Un solo punto en contra: la inseguridad. Como en todos los barrios de Rosario, no se trata de una zona calma, donde nada pasa. Allí hay algunos robos, sobre todo al bajar el sol. Por eso es que la mayoría de los edificios (allí no son altos), tienen seguridad privada.
Tuve la suerte de tener varias oportunidades de visitar el pasaje, por eso me animo a decir que me encanta. Yo sí viviría allí.

Éste pasaje es uno de los más lindos de la ciudad. Su ubicación tiene mucho que ver, a metros del Parque Urquiza, en el corazón de Barrio Martin, uno de los más exclusivos, y vamos a ser honestos, bellos de la ciudad, más allá de las controversias que pueda suscitar.
El año pasado fui bastante seguido, casi todas las semanas, porque un compañero de la facultad tiene la suerte de vivir en un departamento allí.
Así que lo conocí en diferentes horas del día, y a lo largo de las estaciones. Una de las peculiaridades que tiene, es que las construcciones viejas, están todas elevadas por algunos peldaños, ya que la zona solía inundarse, y existía una reglamentación municipal que exigía esa consideración al momento de construir. En éste pasaje, conviven casas antiguas, y edificios altos, en una armonía bastante aceptable.
Las tejas, el ladrillo, los canteros con plantas, y una profusa arboleda, la suave pendiente de la calle, acompañan a darle calidad a éste pasaje rosarino.
Si te parás mirando hacia Avenida de la Libertad, ves el Parque Urquiza, y si miras en dirección opuesta ves el edificio de viviendas conocido como «El Palomar», un edificio emblemático y controvertido de la ciudad.