Bar Nacional Nº 1

I was originally going to give a higher rating because we liked the food at this neighborhood joint. I had an empanada de pino (fine) and a bowl of chicken soup (tasty). Older boy had the pan fried salmon, which was gigantic, and apparently very good (crispy outside, tender inside). The salmon came with a huge pile of sautéed potatoes, also very good. It would have been too much food for any normal person but was just right for a skinny teenager with an endless appetite. However, in the end, I took off a star because husband visited the bathroom and reported that it was disgusting with no soap. Makes you wonder how the people who are touching your food are cleaning their hands.

Siempre que visito Santiago voy al Bar Nacional N°1 porque nostalgía y mozos que te atienden super bien. Durante mi último viaje les visité dos veces: la primera vez pedí una hamburguesa chacarera y jugo de chirimoya (deliciosas!) y luego almorce mechada con puré. Todo delicioso, abundante, la etencion es esmerada.

Buena comida, entretenida barra pero el subterráneo no es recomendable si se requiere volver a trabajar. Mala ventilación. Ojo es caro.

Mmmmm… el Bar Nacional tiene mucho que ofrecer y porciones gigantes, pero creo que el problema es ese, mucho… lo que hace que no todo sea memorable.
Punto en contra, la cazuela es una decepción en las ultimas dos veces que pase por allí, buen tamaño pero un arroz de sushi que nunca fue cocinado junto al caldo, punto a favor, los ñoquis al pesto y las pastas.
Creo que por abarcar mucho, están apretando poco.

Tanto escuchaba del Bar-​Nacional (algo así como la piojera, pero con corbata) que me dije a mi mismo «mismo, no puedes meter la pata en el cajón sin haber visitado alguna vez semejante lugar».
El interior no decepciona, se parece a esas cantinas sacado de las películas de los años 50’s donde Humphrey Boggart le pediría un «lo de siempre» al cantinero. O mas chileno, donde Roberto Parra pasaría a tomarse una cervecita con Nicanor de paseo por el centro de la ciudad.
Lleno de garzones pulcramente vestidos, la atención es profesional rápida y formal aunque no tanto. Se nota que se toman la pega en serio, por que nunca anotan y no se equivocan (por suerte esto se está volviendo la norma en Chile).
Los precios son sin anestesia, pero los sabores son cual traídos de la casa: chuleta, lomo, mechada, pernil, crudos, escalopas, y prácticamente cualquier variante del vacuno es servida en el local.
¿El que pedí yo? Una carne mechada con puré y pilsen para acompañar, delicioso.

Este es el lugar que provocará la extinción de las vacas. Esa fue mi conclusión la primera vez que fui a este local del Bar Nacional, un clásico del centro de Santiago.
¿Cómo llegué a esa conclusión? Sencillo, vi el lomo a lo pobre y quedé al menos un par de minutos en shock. IM-​PAC-​TAN-​TE la porción de carne.
Claramente esa es la opción si van con hambre.
Pero además de este plato, el Bar Nacional tiene un montón de clásicos de la cocina chilena «de casa» como la cazuela (una de mis regalonas de Santiago está aquí), el pastel de choclo, la escalopa milanesa con puré, los tallarines con mechada y el pavo con salsa nogada, que te hace sentir todo el rato como si estuvieras en la casa de tu abuelita comiendo la noche de año nuevo.
Todos los platos son abundantes y los mozos, unas verdaderas máquinas para traer todos los pedidos rápido y sin equivocarse, lo que se agradece un montón cuando el hambre arrecia.
¿El único problema? Lo mismo que tiene de bueno. los platos son tan abundantes y ricos, que es probable que andes con sensación de «quiero una siesta» por buena parte de la tarde. Sin embargo, como dice el dicho, lo comido y lo bailado, no te lo quita nadie.

Un lugar en donde seguir la tradición es tan importante como la buena atención a los clientes.
Al entrar al Bar nacional del centro te encuentras con un lugar detenido en el tiempo, un lugar en el que puedes ver historia en sus paredes y calidez de hogar en sus platos, todo esto acompañado de una excelente atención hacen del Bar nacional una parada obligada en el centro de Santiago.
Sus empanadas fritas de queso, pino, mariscos y camarón queso son espectaculares y jugosas como le gusta al chileno, una amplia barra en el centro que despacha rápidamente los pedidos convierte al Bar nacional en un lugar excelente para esos trabajadores cercanos que cuentan con una injusta corta hora de colación.
Uno de los platos que debo destacar debido a mis gustos (extraños para algunos) son los riñones al jerez, así es señores riñones de vacuno o de ternera! cocinados en vino de jerez puede sonar desagradable para algunos pero mi recomendación es cerrar los ojos y probarlo pensando que es pollo, te darás una agradable sorpresa.