El Caramaño

El Caramaño es un lugar donde uno podría salir a comer con amigos o la pareja, aunque su ambiente no es muy romántico es mas bien relajado. Los sabores chilenos a la antigua son distintivos de este local, hay que probar su buena carta y disfrutar de sus aperitivos como las medulas en gredita y sus borgoñas, la atención es mas bien lenta pero nada grave.
Se los recomiendo… Y no olvide dejar su recuerdo en la pared…

Como disclaimer, debo decir que los restaurantes con esa onda tan chilenaza que hace que te duelan las muelas, no son lo mío.
Que no se malentienda, adoro nuestra comida hasta decir basta, pero a veces los restaurantes tratan de guachaquearse y tener onda tan a la fuerza que resulta un poco abrumador y se terminan olvidando de lo esencial.
En ese sentido, creo que El Caramaño sorprende. Está la posibilidad de escribir recuerdos en las paredes, se respira espíritu de picada chilena, pero (al menos en mi experiencia) no se han olvidado de lo central: entregar buena comida y buena atención.
Creo que esto último, para mi, es lejos lo más destacable de este restaurant. Los mozos son amables, diligentes y conocen su rubro. Nada de poses de rockstar ni de hacer sentir a los clientes que son afortunados porque alguien va a atender su mesa. Y eso, sin duda se agradece un montón.
Sobre la comida, es buena y a precios convenientes, con esos sabores de comida chilena «a la antigua»: pastelera en paila de greda, osobucco al vino, empanadas, etc. Eso, además de entradas para picar que empiezan en los 3 mil pesos aprox y que son para chuparse los dedos como el oreganato (queso de cabra con oliva y oregano) o el pollo al ajillo.
Y si, es un lugar para ir con hambre porque es imposible resistirse a la canasta de pan amasado y mini sopaipillas con pebre previa a la comida… de verdad…¡imposible!
Para tomar, he probado el borgoña y el clery y claramente el primero se lleva mis aplausos: dulce, heladito y en versiones de caña, jarra de litro y jarra de litro y medio. Sin duda, hay que darle una oportunidad.

Uno de los mejores restaurantes de comida chilena de Santiago, con el sello de certificación de mi abuelita, que no le gusta nada y éste es el único restaurant al que le gusta ir (de echo celebramos sus 88 años ahí). Ella les recomienda 100% los Riñones al Jérez, dice que es la única parte que los hacen como ella, osea bien.
Por mi parte, yo les recomiendo los clásicos como las Machas a la Parmesana, las empanaditas surtirdas y todo lo que sea carne, pero algo me sorprendió en mi última visita: La Pastelera, que básicamente es un Pastel de Choclo sin pino, con puro choclo y en plato de greda, como debe ser. Yo las acostumbraba comer saldas y con queso (como las hacía mi otra abuelita), pero ésta era con la cobertura azucarada y me gustó. Hay en versión entrada o plato de fondo.
La reserva acá es obligatoria o quedas esperando y para ocasiones especiales, como el Día de la Madre, tienes que reservar con demasiada anticipación.
En este local, puedes hacer lo mismo que en el Rincón de los Canallas, osea rayar las paredes con un mensaje de recuerdo y tu comida la amenizan los clásicos viejitos cantantes de temas antiguos que todos coreamos. Very tipical.