Omar Khayyam

El ambiente es muy grato y la comida muy sabrosa. Tienen unos kube de miedo. muy ricos. Un excelente lugar para probar comida árabe. Ojo el restaurante no tiene estacionamientos, puedes estacionar en las calles laterales o cerca hay una bomba de bencina donde puedes dejar el auto.

Me faltan estrellas para ponerle a Omar Khayyam. Después de años ¡años! de querer ir, finalmente fui y las expectativas fueron absolutamente cumplidas.
Uno de los restaurantes árabes más tradicionales de Santiago, su comida es un placer. Convengamos que hasta comí kubbe crudo (algo que nadie en la Tierra podría haberme convencido antes) y me gustó.
Una noche de jueves, el ambiente muy tranquilo en el restaurant, así es que la atención fue un agrado, muy amable, expedita y lejos con la mejor disposición para responder toooodas las preguntas que a uno se le pueden ocurrir.
Para comenzar, probé el kubbe crudo (siempre lo había comido frito) y el falafel que estaba increíble, acompañados por una trilogía de salsas: de ricotta con oliva, hummus y babbaganoush. Rico, rico, rico. El falafel no puedo parar de recomendarlo.
Después, hojitas de parra (vienen 26 por porción y de buen tamaño, así es que es ideal para compartir) y un kebab buenísimo. Para finalizar con una tradicional baclava y la sensación de que era necesario ir a trotar después de semejante festín.
¿Volvería? Sí, feliz. un montón de veces. Probablemente en invierno eso si, para comer sin el menor atisbo de culpa.

Buena comida árabes. Autentica y con sabor. Excelente relación precio calidad. Lo repetiría

Este fue el restaurante de mi núcleo familiar durante años. Íbamos al menos una vez por semana, cualquier día de la semana. Me acuerdo que siempre iba con uniforme y era un placer saber que cualquier día mi papá saltaba con la invitación. Ahí aprendía a comer las mejores hojitas de parra con un maravilloso humus tahine; los kubbe fritos o maklia; las papas rellenas; ají relleno; zapallitos rellenos; y la clásica Jiar Mae Laban, ensalada de pepino con yogurth natural y hierba buena (a veces con burgol que es como una quínoa árabe). Para qué decir los postres, muero por todos y cada uno, el dulzor del baclawa, los ceregli y muchos otros; cuando yo iba los mozos pasaban con un carrito con todos los postres disponibles, era imposible no tentarse.
No conozco otros restaurantes árabes como para comparar, pero debo decir que sigo siendo una fiel clienta de este restaurante, ya no de modo presencial pero al menos una vez al mes pido por teléfono y vienen a dejarme a la casa.