Solo he estado aquí tomando un café por la tarde, tras una copiosa comida. Lo único que puedo decir es que me encantó. Este pequeño kiosco, situado en mitad de una plaza y frente al mar y a parte del puerto de Nápoles, sirve un café delicioso. Paga en la caja y recoge tu pedido en la barra. Eso sí, especifica si lo quieres con azúcar, porque ellos mismos te echan la cantidad justa. Al acercarte la taza a la boca, ¡ojo cuidado! La taza es «calda», está caliente como el infierno. Imagino que es para evitar que el café se quede frío(¡qué listos estos italianos!). Coge tu café, salte a la calle, y admira la belleza de la ciudad de Nápoles. Vas a tener un sentimiento en el corazón: «no me quiero ir de aquí jamás».