Pues sí, soy un admirador más que un consumidor porque he tenido que contenerme y no lanzarme como un zumbado a comerme todo lo que exponen en esos mostradores con postres absolutamente arrebatadores. Menudos chocolates que hay aquí en el hermano pequeño de la famosísima cadena Gay-Odin –sí, el nombre da para que la imaginación vuele libre junto a los vikingos y tal – . Tuve la suerte de además conocerla justo la semana que se celebraba Wine & The City en Napoli y me dieron a probar un vino con el que he flipado y del cual me pienso pedir unas botellicas si averiguo dónde puedo comprarlo, cosa que no parece nada fácil: Iovi Tonant. Pues eso, con terracita, moderno y de buena iluminación aquí lo más importante es que salgas con un buen pedazo de chocolate y le des a las endorfinas y a las papilas gustativas su buen merecido.