Un sencillo aparador de madera, detrás inimaginables cosas de piel reparadas y por reparar y un torno a la derecha es con lo que cuenta este local donde se puede restaurar y pintar desde esos zapatos del armario ya dados por perdidos, hasta el bolso ya medio desgastado por el uso cotidiano. El señor que atiende ahí es sin duda la amabilidad andando, y su trabajo termina siendo lo que uno se planteó desde el principio. Suelas, tacones, enmendaduras de zapatos, bolsos, chamarras a teñir, etc. Todo lo que aparente ser piel y contenga algún defecto es bien recibido aquí y se hará por éste hasta lo último para que pueda ser de utilidad de nuevo. Cabe mencionar que con mucha suerte uno podrá admirar a un loro parlanchín columpiándose dentro de su jaula haciendo de este taller uno original.