Servicio Ramirez

A Héctor Ramírez lo conozco desde que era adolescente. Si algo lo caracterizaba era su singular imaginación: una vez me contó que en medio de la sierra de Puebla era tal el frío que hacia, que cuando se paró a orinar, el chorro de orín antes de llegar a suelo ya estaba congelado. Hielo amarillo. Luego lo vi en un Mustag rojo y viejo que bien hubiera podido ser des-​barrancado en cualquier momento y que sin embargo el aseguraba, usaba una peculiar forma de combustible: turbosina, ¿qué es la turbosina? Pues es el combustible de los aviones. Sin embargo creció y aprendió un oficio: mecánico; se especializó en la fallas eléctricas de los automotores y ahora es el experto de la zona; toda la imaginación desbordada antaño hoy es la materia con la que se las ingenia para reparar cualquier falla en el sistema eléctrico de los automóviles. Si andas por el norte y las luces no te prenden, ya sabes a quien llamar.