Hay muchos sentimientos encontrados en este lugar. Mucho amor y odio. Tenemos que entender que en gustos se rompen géneros y nadie puede obligar al otro a nada. Está bien. En lo personal, me llevo increíble con el personal; son a todo dar. Incluso el dueño, en sus hopalandas humildes me produce una sonrisa; no me gusta la pretensión. Sin embargo, el sabor que le imprimen a tus tacos, no es de mi preferencia. Y no es malo, a lo mejor porque soy muy pueril en ciertas cosas, pero en definitiva, no le entro con ganas a su comida. Lo curioso es que, todos los días está llenísimo. El Charco de los Sapos embruja a las personas. Igual está fabuloso que tenga mucha clientela. Eso sí, siempre que uno ande embrutecido por el alcohol, lo suficiente para no creerse un animal, todos los tacos se pueden disfrutar de una manera inenarrable.