Acudimos aquí para ver si este local recién abierto merecía o no la pena para anotarlo a nuestra lista de lugares para desayunar. Eran las 11:30 y todavía no había ni una sola tapa cocinada. Nos sentamos y pedimos lo de siempre(café y zumo de naranja) y le dijimos al dueño que íbamos a esperar a que la tortilla estuviera hecha. A los 5 minutos nos trajo la tortilla y nos llevamos una gran decepción, estaba quemada por abajo algo que se veía a simple vista y que el dueño tuvo que ver al servirlo. Raspamos la tortilla como pudimos y desayunamos. A la hora de pagar, nos pareció caro ya que a menos de 100 metros cobran igual o menos por el triple de cantidad y el triple de calidad en varias cafeterías. Si siguen así tendrán difícil hacerse con la clientela del barrio…