Una de las cosas que más adoro, es hacer descubrimientos así!! Me encanta siempre ir descubriendo cosas, de esas que se encuentran así, sin buscarlas. Y que siempre resultan ser tan especial. Una fresca mañana de festivo me disponía a realizar recados varios que el ajetreo semanal no siempre me permite. Manteniendo mi gusto por la puntualidad, cuando llegué disponía de casi media hora libre, con lo que me decidí a disfrutar divagando un poco por las calles de mi querida ciudad y simplemente abstraerme en ellas dejando que el fresco aire acariciara mi cara, sin más pretensión que disfrutar del camino. Y el destino guió mis pasos hasta este precioso café. Voilá! La mañana anunciaba un gran día. Y yo aún no lo sabía. A decir verdad, recuerdo haber pasado por delante de él en numerosas ocasiones, pero como suele pasar –lamentablemente– solemos ir apresurados y no siempre apreciamos lo que la vida nos ofrece. Y ahí estaba yo, diciéndome para mis adentros que menudo descubrimiento y preguntándome cómo podía ser que no hubiese entrado antes! Un poco aturdida me adentré en el cálido y confortable local, que me recibió de una forma que no dejaba lugar a dudas, aquel lugar prometía. La agradable chica que me saludó nada más cruzar la puerta, ya preveía buenas vibras. Sonriente y amable, lugar más que encantador, precios asequibles y por último y no menos importante, calidad. ¿Qué más se puede pedir? La tenue luz de su interior le otorga otro toque más de distinción del que ya de por sí dispone el local, cual guinda del pastel junto con su cuidada decoración a la que no le falta detalle. A la derecha, grandes cristaleras dejan ver delicias preparadas –a las cuales me costó resistirme, ya que muy a mi pesar, no disponía de mucho tiempo, por tanto me pillaba de paso-, junto con bonitas exposiciones de pequeños «lotecitos» enlazados y «joies de xocolata» anunciaba alguno de sus carteles, completas gamas de tés, etc. Todo ello ambientado con mucho y buen estilo, entre sofisticado y elegante siendo bohemio y con mucho encanto, de ése que a mi me fascina. Con grandes espejos horizontales permitiendo y proporcionando así vistas realmente espectaculares desde diferentes ángulos al mismo tiempo del interior del local, así como cuadros decoran sus paredes, iluminadas por la tenue luz de unas lamparitas tan acordes con el resto de la decoración, como no podía ser de otra manera. Parece teletransportarte. Dispone de bastantes mesas y es a su vez espacioso y confortable, mesas de mármol y cómodas sillas de madera al más puro estilo parisino. Debo decir que el café que me tomé en la monísima mini-mesita que tienen aprovechando el pequeño rinconcito que forma la entrada al mismo –sin perder la elegancia ni el estilo-, estaba delicioso, cosa que no siempre se puede decir –en ocasiones ni en cafeterías– y que por tanto, le da otro puntazo a su favor. No tiene desperdicio, me van a ver mucho por allí. Menudo descubrimiento! J’adore.*!