Antigua Pastelería Del Pozo

Este sitio tiene ese típico sabor antiguo que tanto me gusta; el del Atocha en el que vivieron mis abuelos y en parte, yo crecí. Bueno, solo en fines de semana. Tiene para dos siglos de antigüedad y con ella su mobiliario, ello le da esa solera que a muchos tanto nos gusta. Su personal es bastante agradable.
Aquí me compraban suizos cuando era pequeña y yo los engullía en plan zampabollos. De su sabor no me acuerdo. Lo que sí sé, porque es lo segundo y único que he vuelto a comprar aquí es que el turrón: de yema, especialmente, y el «blando» de Navidad están muy, muy buenos. Es artesanal, la tableta es bastante fina y algo pequeña pero mejor turrón yo no he comido.
Habrá que probar más cosas.

Uno de mis lugares preferidos de Madrid. Se junta tradición, saber hacer y excelencia. Las tartas de hojaldre de crema son mis favoritas aunque tienen variedad para descubrir. Es el típico sitio que debería estar por los siglos de los siglos.

Acabo de tomar una de las cosas más deliciosas y españolas que existen: una torrija de bizcocho rellena de crema pastelera.
No sé cómo no había tomado esto antes.
El dependiente, encantador, nos ha recomendado ese dulce, especialidad de la casa. Volveré pronto a probar el famoso roscón.

Ya se acerca la temporada de buñuelos de viento y se hace imprescindible alzar la voz para recordar que los mejores de todo Madrid son los de la Antigua Pastelería del Pozo. En verdad, no hay comparación entre los que ofrece este negocio –que en 2013 cumple 183 años de existencia– y los demás. Los hay de café, de crema pastelera, batata, cabello de ángel y la estrella de todos ellos, los de crema chantilly. Hablamos de un lugar en el que sus trabajadores llevan, casi literalmente, toda la vida ahí. La pequeña pega es que los buñuelos de viento sólo se venden durante tres semanas en el año, lo que hace de ese período uno de los más especiales. No son baratos, pero su precio está plenamente justificado. Si encontráis otros buñuelos de viento iguales –ya no digo mejores– avisadme, aunque lo dudo mucho.

Como ya he dicho en alguna otra reseña, un negocio que lleva más de cien años no tiene nada más que demostrar y menos si lleva más de 150 años como La Antigua Pastelería del Pozo, fundada en 1830.
Conocí este gran lugar porque me quedaba de paso al ir caminando al trabajo. Siempre lo veía, muchas veces no había gente, pero durante diciembre y enero casi todas las mañanas había personas haciendo fila por fuera a pesar del frío. Un día que llevaba tiempo de sobra decidí hacer fila y valió la pena.
El local es pequeño y al parecer tienen parte del negocio en el local de enfrente de donde constantemente salen pasteleros. Ya una vez en el mostrador el trato es muy amable, siempre dispuestos a recomendar. Lo más famoso probablemente es el roscón de reyes, tan popular que lo venden todo el año. También muy recomendables los turrones, La Antigua Pastelería del Pozo debe ser uno de los pocos lugares donde aún los realizan de manera casera y artesanal.
Un lugar muy recomendable, ideal para recordar como se hacían las cosas antes y para disfrutar empalagosas delicias.

Uno de esos descubrimientos fortuitos que dejan en entredicho tu conocimiento sobre tu propia ciudad, y es que Madrid da mucho de sí y nunca deja de sorprender.
Esta pastelería se fundó en 1830, y eso son casi 2 siglos, así que este lugar ya tiene solera. Conserva todo el sabor de los comercios antiguos, con una encimera de mármol, una balanza antigua y, lo que primero se ver, esa fachada de grandes puerta de madera. De hecho, en un lateral de la tienda hay una ventana en cuyo interior se puede ver cómo trabajan los pasteleros.
La especialidad de la casa son las pastas finas, un dulce quizá un poco denostado por la sociedad, y mira que están buenas; pero también son famosos por su hojaldre y por hacer roscones de Reyes, ¡todo el año!
Cierran los lunes y los sábados por la tarde.

Esta pastelería fundada en 1830 es de los pocos negocios que quedan en Madrid con tanta solera.
El trato es exquisito, las personas que atienden son muy amables y te dedican siempre una sonrisa.
Tienen Roscón de Reyes todo el año, por lo que no tienes que esperar a la fecha señalada para darte un capricho.
En cuanto al resto de dulces, tienen todos un sabor muy especial, se nota la calidad a cada mordisco y es que hacen todos sus productos de manera tradicional.

LA visito casi mensualmente y la verdad es que me gusta muchop todo lo que allí.
El pan que elaboran allí a diario es de muy buena calidad, aunque algo más caro que el de los supermercados, si quereis daros un capricho os recomiendo comprar la tarta de chocolate que hacen allí, un lujo a un precio muy asequible