97.7 La Radio

Mucho ha cambiado esta emisora en unos pocos años… Comenzando por la dirección, antes en manos de toda una leyenda de la radiodifusión valenciana, Enrique Ginés, y ahora de su hijo homónimo, aunque conocido por todos como Quique. Sobre todo el cambio fundamental se ha notado en su composición accionarial, anteriormente formada por una serie de empresarios valencianos, mayoritariamente y el propio Ginés, y hoy, un medio más del Grupo Moll. A mi entender, por el momento están llevando bien la difícil tarea de conjugar la audiencia de esta emisora y las características de los lectores del Levante-​El mercantil valenciano, si bien, la retroalimentación con el «target» del Superdeporte, cabecera del mismo grupo, parece más evidente. De hecho, y no hace mucho, las míticas instalaciones de esta emisora valenciana se ha trasladado al edificio de su hermano mayor, el Levante-​EMV, cambiando un maravilloso piso en la última planta de la calle Xàtiva, por a un rinconcito muy «cuco» en la calle Traginers.
Uno de los lemas de esta emisora era «trabajar por y para Valencia» y eso parecen mantenerlo. Su programación poco ha evolucionado en estos años, ya que tienen una audiencia muy consolidada; y muchas veces mayor de lo que pueda decir el EGM, ya que resulta difícil su inclusión en el grupo de emisoras musicales o de «palabra». Si bien es cierto que la emisora trabaja fundamentalmente con programas de música (peticiones, dedicatorias,…), tal vez un poco «demodé», sus oyentes son muy fieles con el dial.
Respecto a los «business», os recomiendo que contactéis con su director comercial, Leo Marín, si queréis hacer alguna campaña publicitaria; os dará todas la facilidades posibles, luchará por conseguiros el mejor precio posible y además con un trato excelente. ¡¡Yo mataría por su agenda telefónica!

Aunque esta emisora, por su penetración en la ciudad, pudiera parecer que pertence a alguna cadena grande, en realidad es independiente (tiene más de treinta años en antena) y en los últimos años ha logrado una alianza comercial con el grupo Vocento, al que pertenece el diario Levante. De hecho, sus instalaciones han sido trasladadas desde un edificio antigüo que se encuentra muy cerca del Pasaje del Dr. Serra (a un costado de la estación del Nord) a las instalaciones del grupo Vocento.
En lo que respecta a la programación ésta es variada, aunque en su parrilla predominan los tópicos deportivos. Por ejemplo, tienen un programa que se llama «Terreno de juego» que presenta Rafel Lupión (17.30 a 20.00) y en el que se analiza a conciencia todos los juegos de la liga valenciana, además de que tienen transmisiones en directo cuando juega el Valencia.
Para los amantes de la música como yo, por eso me enganche a la emisora y la descubrí, tienen un programa de nombre «Concierto» donde se habla de música antigüa y se cuenta la historia de las bandas y de la historia de la música valencia.
Tambien tienen otro programa bastante interesante dedicado al mundillo del cine: «Agárralo como puedas». Este lo llevan Ramón Ferrer y Fernando «El proyeccionista», y, en donde además de analizar películas actuales y de tiempos anteriores, llegan a entrevistar a personajes famosos como directores, actores y actrices.
La programación completa se puede consultar en su página de internet (transmiten en directo por aquí también) las 24 horas del día.

Sin lugar a dudas una de las emisoras de máxima referencia de Valencia en los últimos 30 años.
Aunque a mí nunca me dio demasiado por sintonizarla… sí, a lo mejor en alguna retransmsión deportiva, pero no demasiado. Descubrí la radio en mis años de facultad, estudié Comunicación Audiovisual, y como ya hacía mis pinitos, como actor, y siempre me gustó hacer mucho el payaso, ponía voces a diferentes cuñas de radio, para la 97.7.
Un compañero de la facultad, adelantado a su tiempo, era un ser enfermo de las ondas radiofónicas, y sabía de mi capacidad para hacer voces diferentes, y siempre cuando llegaban campañas importantes, navidad sobre todo, me decía «Raúl, venga, vamos a inventarnos algo», y eso hacíamos…
La verdad, yo no cobraba ni un duro, pero no me importaba, pasaba el rato y salía de la monotonía de unas clases infumables con unos profesores peores…
Así que ahora, en la actualidad, cuando escucho o leo algo sobre la 97.7, mi cabeza, en ella, se refrescan aquellos tiempos, ¡¡¡cuánto ha llovido!!!
He leído que ahora ha perdido un poco de independencia al relacionarse con grupo Vocento, pero por otro lado, eso le dará estabilidad económica a sus trabajadores y a sus becarios, y espero que así puedan pagar como deben a esos locos que inventan cuñas de radio en cuartos de baño… Después de aquello fui varias veces a la 97.7, incluso llegamos a realizar un programa piloto, en sus instalaciones, se llamaba la Quinta avenida, el programa piloto, éramos 3 locutores, y el programaba versaba en una especie de miscelánea entre magazine y programaba cultural, con entrevistas a actores y directores valencianos y una excelsa selección musical.
Allí, dentro del estudio, detrás de la pecera, con los cascos puestos y el micro colocado a escasos centímetros de mi boca, todo ese mundo tenía sentido y lógica, para uno que nunca ha hecho radio, para uno que nunca se ha metido en una cabina y a empezado a hablar, quizás le suene raro, pero a nosotros nos sonaba de escándalo.
El chico que estaba a los mandos de la mesa de sonido, era mi compañero de facultad, y menuda mesa tenía que controlar, nos expilcaba: «estos son los vúmetros, y nunca debe llegar a la zona roja… y esto para medir los decibelios, y todas estos de aquí para medir tus graves y tus agudos», yo no terminaba de entenderlo, pero aquella mesa gigante me parecía inabarcable, y admiraba a quien sabía utilizarla. Luego el espejo de la cabina me daba la impresión de ser de esos que se coloca en los bancos, de capa gorda, dobles, para aislar el sonido de nuestras voces del ajetreo del mundo exterior… y el ojo de pez en la puerta, me recordaba al de un pasillo de un barco hecho de hierro…
El programa no salió, no terminó de convencer. Así que busqué otra radio más pequeñita, y La quinta avenida duró en antena medio año, al final, me quedé solo delante del micrófono, elegíà la música, me inventaba personajes y los hacia hablar entre ellos, todo en directo, y Chema, mi compañero infatigable de facultad, me ayudaba con las remezclas y la música, me lo ponía todo en un cd, y yo lo llevaba a la emisora, allí, lo controlaban todo desde un ordenador. Nada que ver con las intalaciones de la 97.7. Pero fui feliz de participar en aquello. Muy feliz.
¡Qué tiempos aquellos!