Es una esquina que remonta a los barrios mas desolados de Colombia, Ecuador o al menos eso sentí cuando pasó por la puerta. Las características son de las mas ocultas y mas misteriosas del barrio. Para el calor de la noche se presenta una buena compañera que se destapa desde el cuello, la tan añorada y reconocida«birra», esta señora que acompaña los almuerzos y las cenas, de las mesas llena de migas. Una risa que atraviesa el local con pocas personas, las otras bocas tiene muchos años y pocos dientes. La vida pasa por la vereda, el 95 hace vibrar los vasos acumulados en la repisa del mostrador. El sol vigila la puerta y finalmente llega la noche, sin colores, la iluminación proviene de un fila de tubos fluorescentes, que resuena por el tiempo que lleva de trabajo. Es una esquina concreta, sólida, pero que retrata las cosas que faltan, y todo lo humano que sobra. Este lugar sobrevive en el día a día como la misma visión que tiene dueño de ver el mundo.