Normandie

Qué rico es Normandie! Durante un tiempo por causa de mi universidad almorzaba al menos una vez al mes acá. De eso hace ya unos 4 años pero sigue siendo igual de bueno! Comida francesa sin ser un bistró muy estirado ni tampoco fusionando los sabores chilenos que no encajan dentro de lo francés. Tiene un salón para no fumadores y unas mesitas afuera del local. No las he ocupado nunca porque esa esquina de providencia no me da muy buena confianza.
Hoy pedimos un Coq au vin y un salmón a la parrilla con champiñones salteados, pero rápidamente vino la garzona a informarme que ya no quedaba pollo, por lo que opté por el bœuf bourguignon. Nuestros Platos se demoraron casi nada pero lo suficiente como para disfrutar tranquilamente del pancito con mantequilla y paté que ponen para esperar la comida. Hubo un cambio de turno que ni se notó y nos empezó a atender otro chico de lo más amable y diligente. La carne estaba exquisita, muy suave y gustosa, el salmón en su punto con unos ricos champiñones. Mi acompañamiento fue unas papas fritas cortadas gruesas que no necesitaron nada más! Ni siquiera sal. La porción más que apropiada.
Pedimos la torta de la casa y una tarte tatin de postres, la torta de la casa, que es de chocolate alcanzaba como para 3 personas comiendo demasiado! Es gigante! Y la tarte tatin si me decepcionó un poco porque la encontré un poco aguada pero como en otras oportunidades he venido y es genial hoy se lo disculpo.
Precio promedio comiendo sin remordimientos, disfrutando la tarde y sin apuros: clp 15 000 p/​p. No es para agarrarlo de fiesta pero si es un dinero bien invertido. Normandie te deja una sensación de verdaderamente comer rico y salir contento de un local.

Al parecer el Normandie ya es un clásico de aquellos en el sector Manuel Montt, pero yo recién lo conocí hace un par de semanas al ir a almorzar con un grupo de amigos y me arrepentí por no haber ido antes.
La cosa es que en un restaurant francés, estilo bistró, con un ambiente y estética súper agradables, y con todos los detalles muy bien cuidados: pasan películas francesas antiguas, la decoración es ad hoc y, en realidad, todo evoca a la France, pero a la verdadera, esa de esquina o barrio que frecuenta el parisino más que el turista.
La carta es precisa, con opciones seguras y clásicas (como el coq au vin, magret de pato, quiches varios, entre tantos otros), y tienen súper buenas alternativas si quieres ir sólo a picotear algo con unos tragos, o a almorzar o comer en la noche.
En nuestro caso –como veníamos del brunch– pedimos sólo un carpaccio de carne y unas papas fritas para compartir, que estaban riquísimas, además de unos tragos y limonadas naturales, que estaban tremendas.
Además te reciben con una buena canasta de pan y paté de foie gras, lo que de entrada te ofrece un buen anticipo de lo que vas a probar.
La atención es buena y el lugar en serio te hace sentir muy cómodo, de seguro voy a volver ahora por una comida más extendida.

Ambiente muito agradável, porém a comida deixa um pouco a desejar. Pedi um «lomo con papas rosti», a carne estava boa mas a batata rosti não agradou meu paladar. Esta estava sem sabor, um pouco «aguada» para falar a verdade.

Pedimos con mi pololo pato a la naranja y conejo al escabeche… Ya había comido ahí antes pero esta vez los platos estaban desabridos les faltaba a ambos el sabor sabroso que tienen este tipo de platos… Además estaban medio secos. Ambos los acompañamos con una especie de tortilla de papas que se parecen mucho a como las hacen en el sur. con papas medio crudas. que tenían buen sabor…
En cuanto a pato y conejo recomiendo mejor el restaurant Le Bristot

Con mi señora queríamos comer francés y gracias a Unilocal dimos con el Normandie, y al ver la carta por Internet me dio hambre. Pensé todo el día en como seria el bouef bourgignon, hasta que llegamos a cenar.
Desde que uno llega, todo rico. El pan crujiente y caliente, con un pâté para chuparse los dedos, hecho en casa (uno se da cuenta al tiro cuando es fresco, o es de supermercado).
El bouef bourgignon estaba exquisito, acompañado con couscous. Quizás la cantidad era un poco excesiva a mi parecer (aunque esto último es subjetivo). La carne se deshacía de puro mirarla, y no me encontré con nervio alguno. Se notaba el cariño en el plato.
Pero lo que fue sublime fue el crème brûlée. Perfecto por donde se lo viera. La consistencia, el dulzor, lo crujiente de la cubierta, la cantidad equilibrada de huevos y leche. A mi parecer, ya por el crème brûlée vale la pena ir al Normandie.
Lo que si eché de menos fue ver algún vino francés en la carta de vinos (pocos vinos y todos chilenos), y me cargó el individual de papel.
En resumen: es exquisito, no es barato ni tampoco demasiado caro, no es elegante ni tampoco cutre, y tiene el mejor crème brûlée que he probado en Santiago. Dedo para arriba.

Conocí el Normandie en mi Crème Brulee Tour, básicamente cuando estaba tan obsesionada con este postre que lo pedía en todas partes para probar sus distintas versiones.
Pero, hay mucho más que postre aquí.
El pisco sour en tres versiones, por ejemplo: normal, con ají y, mi favorito: con jengibre.
Para comer, el carpaccio, el filete a la mantequilla y el bordado con tocino son opciones súper recomendables (si, soy un poco carnívora)
Si quieres ir al almuerzo, trata de llegar temprano (13.15−13.30) porque se llena rápido y si vas de happy hour, lo mejor es reservar para asegurar una mesa, ya que es el favorito de varios.

La sopa de cebolla es bien rica. El conejo es muy bueno.
No recomiendo los crepes: sabor desabrido y poca salsa. Malos.
Es bueno, no es bonito, no es barato.

La primera vez que almorcé acá fue porque estaba trabajando por el sector y como primera recomendación les puedo decir que cuando vengan, lo hagan con tiempo. Se demoran un poco con los platos, pero la espera vale la pena.
En verano, este restaurant es lo mejor porque su interior es muy fresco y tiene varias opciones de ensaladas que son contundentes y muy ricas. Casi siempre me decidí por esa opción, en especial por una ensalda que trae salmón.
Además, su decoración es muy bonita y totalmente a la francesa. Quizá el único problema es que como es un lugar chico, las mesas están muy juntas. Un típico plato en la comida francesa es el pato, que acá les queda riquísimo, al igual que las papas fritas.

Inspirado en el esplendoroso trasatlántico francés construido en 1935, «Normandie», nace este encantador lugar que te transporta a París por su ambiente, decoración y comida.
Para empezar, la decoración es completamente francesa, con clásico mobiliario en madera y candelabros, incluso los espacios con mesas tienen nombres franceses (en mi última visita me senté en el «Boulevard Saint Michel»).
El menú está en francés y español y sus platos son típicos de este tipo de cocina, por ejemplo: Codornices y «Canard à l’orange» («Pato a la Naranja»).
Las chicas que atienden son increíblemente amables y partieron trayéndome una canasta de pan con posillos de mantequilla y paté. Luego, pedí un «Fermier», sándwich de pollo con queso y champiñones, por supuesto, que en baguette. El broche de oro fue el postre y, aunque estuve tentada con la clásica «Crème Brûlée», la chica que me atendió me recomendó la «Gâteau Maison» («Torta de la Casa»), una maravilla 100% de chocolat… Ulalá!!!
Más encima, cuando estaba pagando, aparece Titae, el bajista de Los Tres (les he comentado lo fanática que soy de ese grupo, cierto???) para concluir un almuerzo maravilloso a la francesa.

Puede parecer un poco na que ver pero se supone que las papas fritas o french fries partieron su historia maravillosa en Francia con algún chef de la cuisine botando de casualidad una papita al aceite y paf! ahí tenemos el origen de la perdición.
En mi ruta personal por encontrar la papa frita perfecta, con mi socio fuimos a parar a este restaurante francés cerca de Manuel Montt, que es un clásico de la bohemia, un restaurant con mucha historia en el cuerpo.
Una vez dentro resalta la decoración, te sientes como en un pequeño parís, las mesas juntas dan una sensación eso sí de falta de espacio.
Las mejores papas fritas que he probado estan aquí, son realmente exquisitas y el precio es razonable, no te sientes asaltado.
Además de nuestras ansiadas papas fritas el lugar ofrece pato, faisán, pâté, jabalí, tortillas de distintos tipo y carta de vinos generosa.
Te recomiendo ir con tiempo y si andas con ánimo de relajarte pues los platos demoran en llegar, tienen terraza por si quieres capear una tarde calurosa con un pisco sour. Además pregunta con antelación por los platos porque a veces o no los tienen o disponen de ellos en un rato más largo. Mucho ojo para evitar decepciones.
Pero insisto, las papas fritas lo valen.