El Ancla

Muy rico la comida muy bien preparada y de un excelente sabor por supuesto muy fresci

Soy alérgica al pescado (no a los mariscos), así que cuando voy a un restaurante de comida del mar, la carta se me suele reducir de manera importante. Pero en El Ancla la verdad es que ni me ha pesado mi alergia.
Lo que pido aquí, de ley, son las quesadillas de camarón: increíbles. Bien surtidas, con camarones frescos, grandes, llenos de sabor, cebolla morada, aguacate, queso y una riquísima salsa de chipote; hacen que no sienta que me esté perdiendo de lo mejor de la carta. Las recomiendo muchísimo.
Además de las quesadillas de camarón, recomiendo el caldo de camarón (ojo, no confundir con el consomé, también buenísimo, que es una cortesía que dan al llegar), servido en un platón grande, de barro. Muchísimo sabor. Sólo que, ojo: es un poco picante y, para alguien que no tenga mucha hambre, la porción puede resultar un poco demasiado grande.

Este sí es imperdible, para que vean. Este sí. Antes, contexto: soy de nacimiento veracruzano; crecí en Coatzacoalcos, a la orilla del mar, y mi niñez, bueno, estuvo marcada por comer mucho marisco fresco. Así, las marisquerías del interior de la república me ponen particularmente receloso; no me les acerco tan fácil, y si lo hago, no me convencen tan pronto. Pero El Ancla, mis respetos: todo está fresquísimo; los platos son súper ricos –soy fan de la empanada de camarón y del ceviche y del caldito de camarón que te dan al llegar – , los clamatos son solventísimos y siempre tiene buenas chelas, aunque la oferta sea nacional. Son generosos y buena onda; el servicio es atento y minucioso. En fin: El Ancla está en mi top cinco de comida en Cholula, le tengo mucho cariño y toda la cosa. (Es raro cómo se encariña uno con restaurantes. Así es la gula.)
Único contra: los sábados y domingos a mediodía se llena de una banda forever que no es de mi agrado, y como el lugar es chico, es difícil huir. Para ir entre semana está ideal.